Nuestro Fundador

MARÍA DE LA MERCED

La Orden de la Merced es, esencial e históricamente, mariana. María de la Merced forma parte del ser y del quehacer, de la esencia y de la actividad redentora y carismática mercedaria. Ella es madre de los cautivos a los que protege. Representa a todos los desheredados de nuestro mundo, a todos los marginados, a todos los que padecen y sufren nuevas esclavitudes. Y es, igualmente, madre de los redentores para que sean agentes de liberación, para que inviertan su vida en el apostolado redentor, en dar libertad a los cautivos de todos los tiempos. La devoción y culto a la Virgen María en la advocación de la Merced es una de las características esenciales de la espiritualidad mercedaria.

Hablar de la Merced es sentir a María. Su fiesta se celebra el día 24 de septiembre.

Virgen de la Merced
El timon. Barco. Azul. Samueles

SAN PEDRO NOLASCO

Pedro Nolasco nació entre 1180 y 1182. Desde pequeño vivió en Barcelona. Aprendió desde muy joven, de su padre Bernardo, el arte de mercadear. Descubre en la sociedad de su tiempo un grave problema social y humano: la cautividad por razón de la fe. Con un grupo de amigos, partícipes de sus mismas inquietudes, dedica su tiempo, su dinero y su vida a la redención de los cristianos cautivos.

Inspirado por María, convierte su grupo de laicos redentores en una Orden Religiosa Redentora. El 10 de agosto de 1218, en la Catedral de Barcelona, se funda la Orden de la Merced. Con Pedro Nolasco al frente de la misma se abrieron hasta 18 casas, situadas en el Reino de Aragón y en el sur de Francia.

El Papa Gregorio IX aprobó la Orden en 1235 y le dio la “regla de San Agustín”.

La Orden estaba compuesta por religiosos y caballeros que recibieron la institución canónica del obispo de Barcelona y la investidura militar de Jaime I. Sus miembros se obligaban a entregarse como rehenes para la liberación de los cautivos si no tenían el dinero necesario para su rescate.

El fundador, quien supo escuchar las mismas palabras que Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo…, por eso te envío a liberarlos”, murió el día 6 de mayo de 1245, en la Casa Madre de la Orden -el Hospital de Santa Eulalia de Barcelona- frente al mar.

Fue canonizado el 30 de septiembre de 1628 por el papa Urbano VIII.

Celebramos su fiesta el día 6 de mayo.